skip to main |
skip to sidebar
No lo conocía. Cruzamos miradas en el semáforo. Luego
todo se puso tenso. Muy tenso. Caminé rápido. Él caminó más rápido. Demasiado
rápido. Me alcanzó. Lo empujé. Me abrazó y me dijo que si gritaba, estaba
cagada. Me arriesgué: grité ¡incendio,
incendio!, porque es el único grito de auxilio que les importa a todos.
Todos salieron y se dieron cuenta de que no había incendio. Solo vieron a un
hombre feliz y dichoso abrazando a alguien. Solo vieron a una mujer
pretendiendo que no pasaba nada, ignorando el cuchillo que estaba a milímetros
de su abdomen.
0 comentarios:
Publicar un comentario